Pei Shan vivía atrapada en el cuerpo de un bebé; tenía 17 años pero parecía de unos cuantos meses.
Cuando nació, los médicos descubrieron que sus articulaciones eran mucho más cortas que las de cualquier bebé sano. Su enfermedad nunca pudo ser diagnosticada, aunque en su ficha médica se leía Mucopolisacaridosis tipo III, un desorden congénito que afecta a los huesos, a los órganos y al sistema nervioso central. Ella no creció como un niño normal y su cuerpo de tres meses se quedó congelado en el tiempo.
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